sábado, 16 de enero de 2010

En mi ventana se ha parado el tiempo. El otoño se marchó con restos de vidas pasadas. El invierno llega con posibilidades de no mejorar. El frío de tu ausencia sigue calando hasta lo más profundo de los huesos. Por no sentir, no siento nada. Ni siquiera el dolor insípido de tu marcha. Impasible ante las pocas muestras de apoyo. Ante gente corriente y moliente que te sonríen con la hipocresía propia del momento. Ya no eres una posibilidad. No soy. No existo. No vivo. A pesar de haber dejado de vivir vuelves a mis sueños y entre gritos despierto. Respirando tu adiós. Tapándome las ojeras. Tragándome las lágrimas, el orgullo y mi propio ego. Y delante de mi propia desgracia no soy capaz de despedirla. Porque nada tapa el agujero de mi pecho. Ni mi alma vuelve a ser la misma. Supura tristeza la herida interna. Me invade. Ya no queda nada, solo soledad. Solo existencia sin respiración.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario